lunes, 15 de abril de 2013

Psicología del femicidio


Psicología del Femicidio

 

Por:  Haydée Méndez Illueca, Abogada

FUNDAGÉNERO / Red Únete contra la violencia

 

¿Por qué hay hombres que matan mujeres?  En todos los rincones del mundo y a todos los niveles económicos y sociales, algunos hombres están matando a sus mujeres, como culminación de una violencia que generalmente ha durado por años y que ha sido permitida por la víctima, quien no pudo liberarse a tiempo del ciclo mortal de la violencia.

 

Según Lucía Sabaté, la violencia contra las mujeres es un crimen por convicción.  El hombre se siente legitimado, está convencido de que tiene derecho a disciplinar a su mujer, a anularle su ser, su individualidad.  Por más leyes contra la violencia que se promulguen, siempre prima una Ley Superior en el imaginario colectivo, no escrita, metida bajo la piel, impuesta por el bombardeo de publicidad, por la educación en el hogar, por las noticias que salen en los medios.  En cada palabra, cada pequeño acto, se nos enseña a las mujeres el lugar que debemos ocupar en el entramado social.  La mujer debe ser objeto sexual, mercancía, debe cocinar, planchar, ocuparse de la casa y el cuidado y crianza de niños, ancianos y enfermos.  Y además, debe hacer todo con discreción, alegría, y sobre todo, sin quejarse.  Ah – ¡y ay de que pierda su belleza y juventud, porque eso legitima al hombre para cambiar de modelo.  La mujer que se sale de esta “realidad” establecida por esta Ley Superior no escrita, se convierte en una amenaza y debe ser disciplinada, incluso eliminada, por la masculinidad imperante.  Los femicidas están convencidos de que hicieron lo que debían y que en todo caso, son las propias autoridades las que debieron haber intervenido antes, para ayudarlos a controlar mejor a sus mujeres, para que no tuvieran la necesidad de matarlas.

 

Tuve la oportunidad, por casualidad, de oír una conversación entre dos maltratadores que estaban esposados en la estación de policía de Aguadulce, aguardando a que los pusieran a órdenes de autoridad competente.  El mayor le decía al más joven:  “Deja que llegue a la casa para que veas la pateada que le voy a dar a esa, que encima de que quiere hacer lo que le da la gana, me hace perder el día de trabajo y perder la plata que ella misma se come.” 

 

Los hombres que obedecen la Ley Superior no escrita quisieran encontrar una manera de controlar a sus mujeres, sin tener que matarlas, porque consideran que sus mujeres les hacen la vida imposible, pretenden vestirse como quieren, dejarlos cuando quieren; es decir, ser humanas dotadas de voluntad, trabajar, estudiar, incluso…¡pensar!  (Hay un libro escrito por una feminista que se titula Prohibido Pensar.)

 

Una Ley Integral contra la Violencia y el Femicidio no sólo debe estar encaminada a detener la violencia y la muerte de mujeres, que son las consecuencias, sino a modificar el sistema social, donde están las raíces, combatiendo todo tipo de violencia contra la mujer: psicológica, laboral, salarial, mediática, simbólica, sexual, religiosa, social.  Estas violencias, muchas invisibles, son las que generan el patrón sistemático de violencia contra las mujeres y que culminan en femicidio.  Hay que desaprender lo aprendido, erradicar los casos incipientes o formativos de conciencia discriminatoria y desterrar la impunidad, porque cuando se produce un femicidio, no es la ley la que no funciona, sino la propia sociedad, que falla.